En este nido de confusiones,
en este claroscuro de mi alma
los siete pecados capitales
a por mí vienen y me atrapan.
Van pasando uno tras otro
todos ellos cogiditos de la mano,
fluyendo por
todo mi ser,
mezclándose con mis glóbulos rojos
hasta llegar al astro rey
de los sentimientos
y entonces
aparece
Don remordimiento,
acoplándose en mi pensamiento,
y no lo quiero
reconocer.
¡Dejadme sola!
que quiero pedir mil perdones
por sentir lo que siento,
por pensar lo que pienso,
cuando sé que no es cierto,
y que además,
no tengo ningún derecho.
¡Dejadme sola!
que debo vencer esta lucha interna
con mi persona.
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