Un alma eterna para recordarnos
un tiempo vivido que ya no
está.
Unos brazos fuertes y valientes
donde apoyarnos al caminar.
Un proverbio, no importa de
qué lugar,
para poder reflexionar.
La sonrisa del amigo
guiándonos a la felicidad.
Manos pequeñas y tiernas
acariciando nuestro hogar.
Un beso de buenas noches
para el sueño conciliar.
Una voz que nos susurre
“te amo”, una vez más.
Foto: Pedro I. Fernández |
No hay comentarios:
Publicar un comentario