En un rincón sombrío y frío
desolada estás
guitarra.
Hoy tus cuerdas desafinan de dolor,
y seis lágrimas de amor
como seis cascadas
en tu boca desembocan,
nublando el color de tu roseta,
embriagando de pena
el aro, el
puente y la trasera.
Y como bisagras
de una puerta
corrompida,
por el pasado de los años desgastados,
tus clavijas ya chirrían.
¡No llores más guitarra!
pues, aunque el
gran Maestro
se ha marchado,
a ese viaje sin retorno
que en el fondo somos todos,
otras manos te
harán sentir
y oír, flamenco
en tu vivir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario